El solsticio de invierno se celebra del 21 al 25 de junio en el hemisferio sur y del 21 al 25 de diciembre en el hemisferio norte. Este es el momento en que la luz del sol golpea el hemisferio con menos fuerza, marcando el día más corto del año y el pico del invierno.
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La palabra “solsticio” es de origen latino “solstitium” y significa algo así como quedarse quieto. Esta designación está asociada con la posición del sol en el horizonte al mediodía y simboliza una aproximación o retirada durante todo el año, que determina las estaciones y las diferencias de temperatura.
El día en que ocurre el solsticio, el sol está en un punto central, pero lejos de la Tierra, marcando el día más corto del año y, por lo tanto, la noche más larga.
Esta es una fecha de gran importancia para muchas culturas antiguas, que simbólicamente la asociaron con el Renacimiento. Varias religiones consideran que los días del solsticio y el equinoccio son días mágicos, ya que son los momentos en que cambian las estaciones.
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Muchos vieron esta época del año como un símbolo de muerte, desconocido, oscuridad. La muerte de la luz y las dificultades de los duros meses de invierno tuvieron un gran impacto en las poblaciones para las cuales el sol era el símbolo de la vida y la comida.
Siendo el último día con la noche más larga, el solsticio de invierno marcó el comienzo de un nuevo ciclo de días de luz cada vez más amplios; También significaba abandonar el mundo de los muertos o entrar en el mundo de los vivos. El renacimiento asume así el significado simbólico de la vida que se renueva después de la gran noche.
Al señalar un cambio, el solsticio de invierno se ve como un período de reflexión, autoevaluación, purificación, renovación y celebración. Un tiempo dedicado a limpiar energías densas y estancadas, renovando nuestro sistema energético.
Este es un buen momento para la introspección y la reflexión. El invierno favorece el recuerdo, la búsqueda de la sabiduría interior y el autodesarrollo. En la quietud podemos obtener una mejor comprensión de nuestras vidas y nuestro papel en el mundo.
Este también es un buen momento para revisar nuestros valores y metas, y evaluar las cosas que realmente importan en nuestras vidas. También es un momento oportuno para evaluar nuestro conocimiento, lo que hemos logrado y qué cambios son necesarios en nuestras vidas.
Después de la reflexión y la evaluación llega el momento de la purificación. Este es el momento ideal para desatarnos de lo que ya no nos sirve, ya sea física, emocional o espiritualmente; liberarse de los viejos patrones emocionales, eventos pasados que influyen negativamente en nuestro presente y todas las cosas poco saludables en nuestras vidas
Después de la purificación, la autoevaluación y la reflexión, llega el momento de la renovación. La renovación de nuestra fuerza interior, nuestros objetivos y nuestras esperanzas. A partir de este momento, estaremos abiertos a lo nuevo, trayendo más equilibrio y objetividad a nuestras vidas.
Finalmente, es hora de celebrar: el amor, el nacimiento y la vida, así como la unidad colectiva del hombre; una contemplación de la importancia del sol para la vida.